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Jesús se convierte en el cordero sacrificial que quita el pecado del mundo, como se menciona en el evangelio de Juan.
«No penséis que yo he venido para poner la paz en la tierra; no soy yo el que la he trastornado, sino que debo trastornarla; porque conmigo viene el bautismo y con el bautismo fuego.
Es momento de rezar por todos aquellos que sufren, especialmente por los azotados a causa de la pandemia del COVID-19 que ha enlutado a tantas familias en el mundo.
El sufrimiento es ineludible en la vida de todo hombre. Acaba apareciendo en una u otra de sus innumerables formas, amenazando las ansias de una vida oportuno. La pregunta por su sentido se hace con frecuencia dramática: ¿por qué este dolor, esta injusticia, esta crueldad, esta crimen ?
Es importante recapacitar que la obediencia y la nobleza a Dios no solo se manifiesta en momentos de paz y tranquilidad, sino igualmente en momentos de sufrimiento y persecución. Jesús nos da un ejemplo perfecto de esto al vencer en la cruz por nuestros pecados.
Antigua y ancestralmente, y metido como en el inconsciente colectivo de la humanidad, la enfermedad y el dolor estaban vinculadas a la transgresión, a la tropiezo y a la pena correspondiente a esa trasgresión.
La esperanza que tienes en Dios por el poder del Espíritu Santo satisfacerá de alegría y paz tu corazón. Es tanta que repararás deseos de saltar. Recuerda ahora las promesas lindas que encuentras en la Palabra de Dios y permite que renueven tus fuerzas y te llenen de paz.
. Dios sabe lo difícil que es encontrar y nutrir la esperanza. Incluso los cristianos más firmes luchan por mantenerla cuando su Convicción es puesta a prueba.
Él les advierte de que serán vistos como ovejas entre lobos y deben ser astutos como serpientes, pero sinceros como palomas.
En persona, no podemos evitar participar del dolor casi sofocante a pesar de la condición deteriorada de la obra.
Dios, en su providencia, no ha querido salvarnos quitando inmediatamente todo sufrimiento. Ha preferido hacerse compañero nuestro en el sufrir y padecer Él mismo con nosotros, para amarnos mediante el sufrimiento y convertirlo Campeóní en aparato de salvación. Mirando al Crucificado no obstante nadie puede creerse en sus angustias incomprendido u olvidado por Dios.
Nosotros nos fatigamos y luchamos porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los que creen.
Pero no a una Seguridad ciega que confía simplemente por confiar, sino a una Seguridad fundamentada en la evidencia de la obra de Dios en este mundo. Y es precisamente esa clase de fe el objetivo de esta click here clase.
Podemos definirlo como la carencia de un acertadamente que debería estar y no está: Por ejemplo, la enfermedad es un mal en cuanto que carencia de la Lozanía que debería acompañarnos y no lo hace.